Los milagros a la hora de perder peso no existen. Es por eso que debemos tener sumo cuidado a la hora de apuntarnos a realizar dietas hiper restrictivas que pueden llegar a estropear nuestro cuerpo.
Claves para reconocer que dietas te pueden hacer mal
Si quieres sentirte fuerte y saludable es necesario que las ganas de adelgazar no se interpongan en la necesidad de sostener una vida basada en el mantenimiento de hábitos cotidianos sanos.
Es importante estar atentos a los riesgos que puede conllevar para la salud del cuerpo optar por un determinado régimen alimenticio.
No dejes que tus ganas de bajar de peso te impidan ver los efectos adversos que muchas dietas pueden tener sobre tu cuerpo. Para no dejarse engañar por dietas “mágicas” resulta fundamental respetar el siguiente punteo:
Comer comidas extremadamente diferentes a las que solemos ingerir puede generar cambios demasiado bruscos que nuestro cuerpo que no alcanza a asimilar.
Por eso es necesario respetar los lineamientos generales de nuestra dieta habitual e ir cambiándolos en forma gradual respetando siempre, en la medida de lo posible, nuestros gustos y preferencias.
No respetar el índice de masa corporal
Para determinar cuál es nuestro peso posible y saludable, debemos tener en cuenta no sólo el peso al que nos gustaría llegar para vernos delgados ante el espejo, sino también si tenemos una complexión física grande o pequeña.
Es decir, respetar los parámetros de nuestro cuerpo es requisito indispensable para no caer en regímenes alimentarios que pongan en riesgo la salud de nuestro cuerpo. Un peso por debajo del índice de masa corporal puede significar un estado de salud muy riesgoso: la desnutrición.
Evitar las dietas que impliquen los siguientes cambios en la alimentación:
- Comer sólo fruta y verdura
- Eliminar las grasas y los productos con cafeína
- Limitar los carbohidratos
- Basar la alimentación en el consumo de lácteos
- Consumir mayor cantidad de proteínas
- Ayunar o saltearse comidas
- Agregar a nuestra alimentación complejos nutricionales
Una dieta que sólo incluye dentro de sus posibilidades el consumo de frutas y verduras puede generar un desequilibrio nutricional, favorecer el efecto rebote y genera un exceso de azúcares y en contraposición a una carencia de proteínas y grasas.
Estas últimas también indispensables para que el cuerpo realice todas sus funciones correctamente.
El consumo de alimentos ricos en grasas, si bien debe moderarse, no puede excluirse por completo ya que aporta a nuestro organismo sustancias esenciales para mantener un equilibrio saludable.
En cuanto a los carbohidratos (o hidratos de carbono), la clave no consiste en no consumirlos sino en saber elegir. Las harinas blancas, por ejemplo, deben dejar lugar a las integrales, ya que éstas aportan carbohidratos de absorción lenta.
Por otro lado, es válido aclarar que la cafeína no se encuentra sólo en el café (esta infusión es real que no resulta beneficiosa) sino también en el cacao negro y puro y el té verde. Estos alimentos ayudan a acelerar el metabolismo, lo que resulta esencial si de perder peso se trata.
El consumo de lácteos, por su parte aportan proteínas que son difíciles de digerir debido a su gran tamaño dado que la leche vacuna está destinada a animales más grandes que el hombre. Es por ello que los quesos frescos que se incluyen en las ensaladas dietéticas no hacen bien al cuerpo.
Las dietas que sugieren eliminar carbohidratos muchas veces indican también el reemplazo de estos por proteínas. Sin embargo, consumir proteínas en exceso es perjudicial para la salud porque ello da lugar a un proceso fisiológico llamado cetosis, mediante el cual el organismo necesita quemar grasas para poder obtener energía.
Por otro parte largos períodos de ayuno o saltearse comidas produce picos de insulina en nuestro cuerpo, lo cual no es normal y nos desequilibra.
Complementar nuestra alimentación o incluso sustituir comidas con, por ejemplo, batidos proteicos, nos deja expuestos a las carencias nutricionales que la comida “normal” no permite que existan.
El porqué del fracaso de las dietas: dietas hipocalóricas y dietas détox
¿Alguna vez te has preguntado por qué haces miles de dietas y no adelgazas de manera permanente?, ¿Acaso te has sentido más cansado y con menos fuerzas a la hora de realizar regímenes alimenticios que se presentan como la panacea de la pérdida de peso?
Las dietas restrictivas suponen que simplemente consumiendo menos calorías (dieta hipocalórica) y reduciendo las grasas el peso corporal descenderá.
Sin embargo esto es sólo parcialmente cierto. Este tipo de regímenes alimentarios promueven el efecto rebote (se vuelve a engordar) y no hay evidencia, según diversas investigaciones de que produzcan mejoras considerables en la salud de quienes las llevan a cabo.
Otro tipo de dietas muy común son las llamadas “détox” o desintoxicantes
En este tipo de regímenes se supone que consumir elementos con esta propiedad (tales como zumo de limón, sopas de col, infusiones o batidos verdes, entre otros) nos hace bajar de peso sin afectar nuestra salud.
Sin embargo, está demostrado que si bien el descenso de peso es real, este se lleva a cabo a costa de reducir drásticamente el consumo de calorías y nutrientes que el cuerpo requiere para funcionar de manera correcta.
Prevenir el efecto rebote supone no sólo una cura contra la desmotivación, sino también una manera de evitarle al cuerpo cambios bruscos en un corto período de tiempo, a los cuales nos llega a acostumbrarse tan rápidamente.
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